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viernes, 17 de abril de 2020

TRIBUTO A LUIS EDUARDO AUTE


Miro el instante que ha fijado la fotografía… 

Así comienza una de mis canciones preferidas de Aute. Lo sé porque todavía, cuando la oigo, me invade una melancolía extraña, difícil de explicar. Porque nunca me canso de escucharla, porque siempre es como la primera vez y porque me eleva y conecta con mi propia historia. La época en la que hice mía esta letra es tan remota, que apenas conocía a la persona que multiplicaría por dos mi existencia. Aun así, aquellos personajes desdibujados que “abrazados van bailando por la vida”, esos “dos extraños que en el tiempo se han vuelto asesinos”, aquella “insolencia de latidos”… lograron inocularme el virus del inexorable paso del tiempo, el vértigo que nos produce la fotografía extraviada al fondo del cajón. Como si el primer beso se pudiese detener en un trozo de cuartilla 10X15. Hoy toca preguntarse si es verdad que “nada queda en ese trozo de papel”, si “todo es alquimia” o si “esos rostros ya no llevan nuestros nombres”. Pero lo que sí es seguro es que “queda la música”...

2 comentarios:

  1. Sí, señora. Nos queda su musica. Breve conciso y concreto y por breve muy bueno. Saludos Antonio Pardo

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  2. Siempre, siempre queda la música, y tu texto tiene una melodía entrañable. Chapeau, como siempre, Susana!😍

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EL DÍA DESPUÉS

Se despertó de la siesta y se liberó de las garras de su sillón-relax. Una fuerza irracional le condujo hacia la nevera, que no solía fallar...