Me hace vomitar la caridad mal entendida, el volver a lo de antes, mirarse el ombligo y culpar a los demás de sus propios fracasos. Me hace vomitar el victimismo del verdugo y la revictimización de las víctimas. El plagio, el cinismo, la autosuficiencia. Oír frases como “soy el mejor” o “no me gusta perder ni a las canicas”. Me hace vomitar la gente que minimiza los méritos de los demás, mientras se atribuyen los que no tienen, y los que proyectan en el otro sus propios complejos.
Me hacen vomitar los que hablan de las adolescentes como si fuesen furcias, lolitas, seres perversos y lujuriosos que no buscan más que satisfacer sus propias obsesiones. Me hacen vomitar el porno, los prostíbulos y la cultura del sexo con todos sus fetiches: atuendos de caperucita, secretaria sexy, enfermera calentorra... Me hace vomitar la hipersexualización de las niñas y de las adolescentes, para el deleite lascivo de un patriarcado libidinoso, juicioso y babeante. Me hace vomitar el "no hay mujer fea por donde mea"; “algo habrá hecho” o “¿quién la habrá mandado meterse en un portal con cinco tíos?”.
Me hace vomitar la ineptitud y la inacción de las instituciones, de los jueces y de la gente de la calle ante los casos de abuso, la normalización de estos casos y el blanqueamiento sistemático por parte de los medios. Me hace vomitar que se replanteen derechos fundamentales como el aborto, y que la violencia machista, el racismo y la homofobia ahora estén en entredicho y haya partidos políticos en nuestras instituciones que apoyen y difundan estas opiniones y que los medios le den cabida. Me hace vomitar que no se condenen con contundencia los delitos de odio, los abusos de poder y la incitación a la crispación en momentos convulsos como una pandemia o una crisis migratoria.
Me hacen vomitar los bulos y las fake news, que atentan contra los derechos de las minorías, la igualdad ante la ley y la no discriminación. Me hace vomitar la envidia, la falta de solidaridad y la palabra 'empatía', siempre en boca de quienes no la ejercen. Me hace vomitar la ignorancia osada y la que se jacta de serlo, que los medios le den coba, la empoderen y que nos la restrieguen en horarios de máxima audiencia ("yo nunca me he leído un libro, pero tengo derecho a opinar igual que tú).
Me hace vomitar la banalización de la cifra de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas, el cuestionamiento y la estigmatización que se hace de las víctimas y los constantes bulos acerca del feminismo, que pululan por grupos de wasap y demás redes sociales. Me hace vomitar la insignificante cantidad de denuncias falsas (0,007%), ocultada, manipulada y engrosada por quienes niegan esta infame pandemia social. Y me hace vomitar la inmodestia, el postureo y la 'pluralidad' mal entendida, que no es más que el caballo de Troya, llamado a dinamitar nuestro Estado de Derecho y todo lo que nos ha costado sudor, sangre e historia conseguir.