Hoy es uno de esos días en los que, a pesar de ser
Viernes, escuchas cosas que te hacen bajar a los mismísimos infiernos. Porque
yo tengo una vida plena y maravillosa, pero me incomoda sobremanera que haya
gente que lo esté pasando realmente mal y se den situaciones de injusticia
flagrante de manera continuada y aquí sólo nos importe la última hora del
‘procés’ y la unidad de España.
Me apuesto el cuello a que me siento tan orgullosa de ser
española como cualquiera de esos que cuelgan la bandera en sus ventanas, pero no
puedo evitar sentir una punzada de vergüenza cuando leo noticias como ésta. Yo,
que no hay día que no le oiga decir a alguien que los inmigrantes
vienen a llevarse nuestro trabajo, cuando he escuchado la noticia en el
telediario, juro por dios que lo último que me han dado ganas es de sacar una
banderita por el balcón, ya podamos ganar el Mundial, la Copa o el Roland-Garros.
Resulta que en la fresa de
Huelva viene siendo habitual que empresarios ESPAÑOLES empleen a mujeres de origen marroquí para explotarlas como temporeras y de paso abusar
sexualmente de ellas. Pues bien, resulta que hasta ahora el asunto estaba
catalogado como ‘leyenda urbana’, a pesar de las numerosas denuncias a lo largo
de los últimos años. Y digo yo, denuncias aparte, ¿es que no era
suficientemente sospechoso el hecho de que dichos empresarios prefirieran
emplear exclusivamente a mujeres? Que yo sepa la agricultura es un trabajo
físico ¿y no son los hombres físicamente más fuertes? En blanco y en botella,
¿eh? Pues ni blanco ni botella, señores. Aquí sólo ponemos el dedo de la
suspicacia en el chalet que se ha comprado Pablo Iglesias, eso sí que llena
horas y horas de encendidas tertulias… Vamos, yo he visto venas más salidas que
la de la Patiño.
Pero no pasa nada, ya estamos salvados o más bien debería
decir salvadas, pues “la consejera de Justicia tuvo el arrojo ayer de acabar
con este manto de silencio” y “Aguilar calificó de trascendente el problema
detectado”. Vamos, que por fin han decidido meterle mano al asunto. Y digo yo, ¿por
qué tiene que haber siempre un puñetero manto de silencio en los casos de
maltrato y abuso sexual a mujeres y a niños? ¿Por qué planea sobre estos a
menudo el fantasma de la duda? ¿Por qué tengo la impresión de que a la sociedad
le cuesta empatizar con este tipo de delitos?
¿No será porque las condiciones de vulnerabilidad de la víctima la inhabilitan para contar y denunciar la situación? ¿No será que
temen que nadie las crea ni las apoyen lo suficiente? ¿No será que a las
mujeres nos han inoculado el sentido de la culpa desde tiempos inmemoriales a
base de cazas de brujas, dedos inquisitorios, guillotinas, quemas en la hoguera, escarnios públicos y críticas salvajes y desmesuradas? ¿No será que se
decidió que el sexo no estaba concebido para nosotras, despojándonos del
derecho a disfrutarlo en total libertad y sin prejuicios?
Pero además, este caso tiene algo que me resulta especialmente
abyecto y es que combina actos de una vileza supina, cobarde y pasmosa. Al
hecho de que dichos empresarios exploten laboralmente a estas mujeres de
origen marroquí para lucrarse y llenarse los bolsillos, hay que sumar que además se aprovecharan de sus precarias y desesperadas circunstancias
para extorsionarlas, chantajearlas y utilizarlas como esclavas sexuales.
En fin, el caso es que siempre he tenido claro que laboralmente se tiende a explotar a la mujer, puesto que los empresarios saben que somos una apuesta segura y unas burras trabajando. Nos mostramos agradecidas incluso en las peores de las condiciones y circunstancias, dejándonos la piel, somos compasivas, altruistas, voluntariosas, discretas... Y se sirven de ello. En el repugnante caso que nos ocupa está además el agravio, el acto ruin y cobarde de aprovecharse de una situación de poder, vamos, lo que viene siendo el acoso pero a lo bestia, consumando delitos de abuso y de violación. Pues yo además os digo una cosa, ¿qué os apostáis a que son los mismos que en el bar de la esquina rajan a muerte de los inmigrantes y se refieren a sus trabajadoras de manera despectiva mientras se pavonean con sus ropas de marca, conducen coches de alta gama para ocultar su gran complejo de inferioridad y por supuesto, cuelgan la banderita en sus balcones para ser más españoles que nadie?
En fin, el caso es que siempre he tenido claro que laboralmente se tiende a explotar a la mujer, puesto que los empresarios saben que somos una apuesta segura y unas burras trabajando. Nos mostramos agradecidas incluso en las peores de las condiciones y circunstancias, dejándonos la piel, somos compasivas, altruistas, voluntariosas, discretas... Y se sirven de ello. En el repugnante caso que nos ocupa está además el agravio, el acto ruin y cobarde de aprovecharse de una situación de poder, vamos, lo que viene siendo el acoso pero a lo bestia, consumando delitos de abuso y de violación. Pues yo además os digo una cosa, ¿qué os apostáis a que son los mismos que en el bar de la esquina rajan a muerte de los inmigrantes y se refieren a sus trabajadoras de manera despectiva mientras se pavonean con sus ropas de marca, conducen coches de alta gama para ocultar su gran complejo de inferioridad y por supuesto, cuelgan la banderita en sus balcones para ser más españoles que nadie?
Yo no digo que tenga la solución al problema, pero
estoy convencida por un lado, de que en los adjetivos utilizados anteriormente para referirme a la mujer están algunas de las claves de la 'brecha salarial', y por otro, que el SILENCIO es el fiel aliado de todo abuso o maltrato, por lo que deberíamos empezar al menos por romperlo y dar luz y visibilidad a todos estos casos.
https://www.elespanol.com/reportajes/20180518/jornaleras-esclavas-sexuales-campos-huelva-verdad-oculta/308220340_0.html
http://www.diariosur.es/andalucia/junta-denuncia-fiscalia-20180525000951-nt.html
https://www.elespanol.com/reportajes/20180518/jornaleras-esclavas-sexuales-campos-huelva-verdad-oculta/308220340_0.html
http://www.diariosur.es/andalucia/junta-denuncia-fiscalia-20180525000951-nt.html