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viernes, 19 de noviembre de 2021

UNA MOCIÓN DE CENSURA

Algunos de los personajes son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales será pura coincidencia o producto de su imaginación.



Cuando se supo que el exdignatario moriría en el transcurso de dos meses, periodistas del mundo entero solicitaron entrevistas privadas con el octogenario. Revistas y periódicos pugnaban por conseguir la exclusiva y los programas de televisión emprendieron una carrera sin cuartel. Como era de esperar, Mediared puso a sus mejores directivos al frente del proyecto, ya que si la cosa salía bien, los beneficios serían ingentes. Francisco Emmanuel Márquez sería el encargado de presentar la gala en la que se emitiría la entrevista y Dakota Correveidile de amenizar el debate tras la emisión. El Programa de Amapola Pinzana por su parte, ya estaba moviendo hilos para enviar a la mismísima presentadora al domicilio del expolítico, extorero y acaudalado empresario, que un tiempo llevara las riendas y los intereses de España “con mano de hierro y corazón de capote”, como lo definiera Antonio Burgos. “El toreador de la política”, como lo apodó Carlos Herrera, asiduo a sus capeas privadas, vivía en su lujosa villa marbellí desde que se retirara del mundo político, que no del mediático, ya que con alta frecuencia gustaba opinar sobre los asuntos de actualidad, haciendo constar lo mal que iba su país con el gobierno de turno, con apreciaciones furibundas que siempre encontraban eco entre sus incondicionales. 

 

Enjuto, de baja estatura y rostro ceñudo y escueto, el exmandatario tenía el carisma que da el poder y la osadía pertinaz e insolente del cinismo. Cualidades imprescindibles para cualquier político que se precie. Con hijos y amantes a partes iguales, gustaba fotografiarse cada verano junto a su amada esposa en el porche de su residencia veraniega, rodeado de su prolija descendencia. Evento que era acogido como agua de mayo por la prensa y reproducido en gacetas, folletines y periódicos, que veían en este posado un consumado acto de generosidad y un gesto de cercanía y campechanía sin igual. Lo que provocaba que las nuevas generaciones soñaran con imitar, consciente o inconscientemente, esta idílica estampa familiar, viva representación del éxito, la tradición y el poderío. 

 

La esposa del presidente torero, treinta años más joven y de un país latinoamericano, gustaba posar con Borja Cayetano de todos los Santos, el benjamín, sobre sus rodillas. Flamante, sonriente, recatada. Asidua en los mercadillos solidarios, puntual en las misas solemnes y requerida en los eventos más exclusivos de la sociedad española, la “potra venezolana”, como aún la llamaban en su país, ponía un contumaz esmero en ocupar un segundo plano, así como en llevar zapato plano cuando acompañaba a su marido. No era cuestión de empequeñecer a su esposo, un hombre extraordinario que había sabido ver en ella a su olma perfecta, a la madre de sus hijos y a la esposa, rescatándola de la estrechez de una vida mediocre.

 

La muerte inminente del popular expresidente había caído como un jarro de agua helada en un país donde las pandemias, las erupciones volcánicas, el paro y la violencia machista hacían mella, dividiendo a una sociedad hastiada, tan plural como dividida. Nunca una entrevista había suscitado tanta expectación. El moribundo expresidente sabía que sus palabras serían reproducidas en los noticieros del mundo entero, que en las redes sociales no se hablaría de otra cosa y que la prensa de su país cerraría filas en torno a él, en vista de su delicado estado y de tan luctuoso desenlace. Era la ocasión perfecta para “morir matando” -como le gustaba decir a él-, el descabello perfecto.

 

Si todo salía según lo previsto, su anunciado óbito catalizaría las crispaciones de su país y su postrera entrevista estaría llamada a ser historia de España, conminando a familias enteras frente al televisor, como antaño. Él tan solo tendría que prender la mecha y los medios se encargarían de amplificarla y propagarla. Los “dóberman de las redes”, como gustaba llamar a sus followers de Twitter, expertos en crear bulos y en fabricar fake news, azuzarían a las masas, lo que facilitaría y provocaría las presiones de las bases sobre los partidos. Después, vendría la admisión a trámite, el debate de censura, la votación pública por llamamiento y finalmente, la cláusula de castigo. 

 

El expresidente se dispuso a ocupar su sitio en el almuerzo, tras repasar la estrategia con su gabinete de confianza y con ayuda de su inseparable bastón de mando, recuerdo de sus inicios como alcalde en un popular municipio de la costa andaluza, una reliquia de palo de haya con el águila de San Juan tallada en la empuñadura. Fue el personal de servicio el encargado de acomodarlo en uno de los extremos, presidiendo una abundante pitanza compuesta por un entrante de productos ibéricos (regalo de un conocido exministro), perdices a la toledana, codornices en escabeche, centollo al horno, huevos rotos con cabrito en pepitoria y cochinillo lechal, su plato favorito. 


El expresidente y exmatador que "domó al público" y tuvo la osadía de autoproclamarse "el número uno", cercenó la carne del cochinillo lechal con un plato de loza, que arrojó al suelo, adoptando una de sus famosas poses toreras. Tradición que gustaba cumplir, siempre que estaba rodeado de su gabinete de confianza, que él llamaba su cuadrilla. Tras ser vitoreado y aplaudido por sus obsequiosos y aviesos comensales, el longevo anfitrión se sirvió vino, para a continuación, prorrumpir con un proverbial y no menos conmovedor discurso:

Muy señores míos. Falta tan sólo un mes para que hagamos historia, historia de España. (Aplausos...) Una moción de censura dará paso a un nuevo gobierno de coalición en nuestro país, un gobierno encabezado por mi partido, nuestro partido. (Aplausos...) Llamado a restablecer la cordura de un país a la deriva. Recuperaremos los valores de antaño y pondremos fin al libertinaje, al vicio y a tanta permisividad. (Aplausos…) Una maniobra maestra que me conferirá estatus de mártir y carácter divino. El primer mártir torero de la historia, la faena perfecta. 

—¡¡¡Por el nuevo Cristo Rey!!!

Gritaron todos a una, alzando sus copas.

 

Al día siguiente, una noticia en los sucesos conmocionaría a todo un país: “Muere el expresidente a los ochenta y cuatro años de edad, atragantado con una loncha de jamón”. DEP.



(La primera frase del texto está inspirada en Higiene del asesino de Amélie Nothomb). 

lunes, 1 de noviembre de 2021

EL HOMBRE DE LA CARPETA

Este poema habla de los verdugos, que el sistema ampara y protege.




El hombre de la carpeta

lleva sombra en los bolsillos,

rencor en el corazón

y ego en el dobladillo.

Amigo del brillo fácil,

henchido de abogacía

y de oficio inexistente,

viene y va a comisaría.

Gran paseador de folios

tan vacíos e impolutos,

competente en la calumnia,

pequeño, débil, astuto,

frecuentador de juzgados,

en virtudes diminuto.

Sin alma ni vocación,

por su garganta camina

una serpiente de cieno,

por su boca un tiburón

que solo expulsa veneno.

Torturador consumado,

mafioso de la moral,

hábil en la treta fácil 

y en vender a los demás.

Oficiador de montajes,

veterano en difamar,

gran llorador y cobarde,

perito en martirizar

y cobrador de exclusivas

donde goza el humillar

y machacar sin recato

con saña y rapacidad.

Impío, ruin, retaco,

envarado en la codicia

y en el rédito barato,

amparado en la justicia

y en el periodismo beato.

Poco hombre y mucho folio

tan blancos como la tiza,

tan vanos como su odio,

su mezquindad e impudicia.

Intrépido en la mentira,

utilizador de hijos,

martirizador de madres

y en llamarse sin recato

algo que le viene grande

compuesto por cinco letras

con un cheque por delante.

Si algún día se lo encuentra

cambie de acera y de calle.

EL DÍA DESPUÉS

Se despertó de la siesta y se liberó de las garras de su sillón-relax. Una fuerza irracional le condujo hacia la nevera, que no solía fallar...