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sábado, 14 de diciembre de 2019

CÓMO HACERSE LA TONTA Y NO MORIR EN EL INTENTO


Marilyn Monroe en plena representación del papel de su vida. Arquetipo de 'rubia tonta', engañó a su propio marido y al mundo. Con el paso del tiempo, son muchas las fuentes que hablan de su alto coeficiente intelectual

¿No puedes con la vida? ¿Estás harta de los mamarrachos, de los lerdos y de los sabelotodo? ¿Cansada de que te piten los oídos, te quieran hacer lo blanco negro y te traten como si fueses una niña pequeña? Ya no será necesario que te des cabezazos contra la pared o acudas desesperada a un psicólogo. Hazles creer que te falta un tornillo, que te falta un hervor, que tienes pocas luces… Vamos, que eres tonta de remate. 

 

Hacerse la tonta tiene mucho mérito. De hecho, pocos ejercicios requieren de la contención y capacidad de aguante necesarios como para pasar por una infeliz, una tonta a las tres, una mema. Y es que hacerse la tonta no está al alcance de cualquiera, puesto que pasas a ser el blanco de quienes se creen listos, pero no lo son. La condición sine qua non para formar parte de esta sufrida élite es no ser tonta. A partir de ahí, es cuestión de echarle horas y paciencia.

 

¿Pero, por qué sería bueno o necesario hacerse la tonta, cuando hay tanto imbécil por el mundo? Precisamente por eso, porque corres el riesgo de volverte como ellos. Se trata pues, de supervivencia, de subversión vital. Pocos saben que es un ejercicio encomiable de adaptabilidad, pues pasa por demostrar una gran consideración hacia los que no se la merecen. 

 

Hacerse la tonta no es siempre una elección libre y consciente. Son muchas las que se mueren de viejas convencidas de que son tontas, cuando no lo eran, y muy pocas las que despiertan y toman plena consciencia de esta actitud tan ponderada y sufrida. Hallarse entre estas filas no es fácil, significa que has conseguido reírte del mundo y de ti misma, que a fuerza de aguantar carros y carretas, has encontrado una vía paralela por la que transitar, un salvoconducto que te permite relacionarte con necios, de igual a igual, sin que tu psique se resienta. Hacerse la tonta requiere coraje y de un estoicismo a prueba de sonrisas condescendientes, miradas displicentes y comentarios burlones y capciosos. 

 

Como todo en la vida, tiene ventajas e inconvenientes. Un punto interesante es que los que te toman por tonta tienden a bajar la guardia cuando están contigo (piensan que eres tonta, por tanto, inofensiva). Este aspecto podría ser provechoso, pero es harto fastidioso y triste ver al descubierto las miserias de la gente. 

 

Pero tranquilas, que ésta no es una pose que tenga que adoptarse todo el tiempo: tan solo hay que hacerse la tonta con los que son más tontos que tú. La mala noticia es que hay un buen número de ellos. Una manera de saberlo es a través de la afinidad. No necesitarás hacerte la tonta con aquellas personas con las que tienes una conexión fácil y llana, con las que fluyes sin verte obligada a hacer un esfuerzo adaptativo. Por tanto, el mejor consejo es que aprendas a rodearte cuanto antes de personas afines. Esto hará que no tengas que estar siempre en guardia, buscando ese comentario socialmente aceptado o ese chascarrillo tan manido que mejor se adapte a la mentalidad estándar-normativa de la persona que tienes delante. Sí, te volverás condescendiente, pero siempre será mejor impostarte a la baja, que intentar torpemente hacerles ver que eres lista. 

 

Tendrás que hacer acopio de una gran capacidad de aguante y al mismo tiempo, apuntalar tu autoestima, constantemente arponeada por los que te toman por tonta. A cambio, desarrollarás una gran entereza, lo que te ayudará a reducir el estrés que provoca tratar con este tipo de personas, fortaleciéndote y nutriéndote de aquellos que fluyen contigo y no te cuestionan de manera severa y constante. 

 

Hacerse la tonta eleva tus niveles de consciencia. Como lo oyes. Te convertirás en una santa, ya que al adoptar esta actitud ante la vida, ejercitarás el músculo de la humildad. Ríete de los mártires de la Iglesia, la que elige hacerse la tonta no hace más que apiadarse de aquel que la subestima, que encima es más tonto/a que ella. Se trata pues, de un ejercicio encomiable de contención, altruismo y renuncia, sólo a la altura de los más bienaventurados.

 

He aquí cinco pautas que harán que crean que eres cortita.

 

MANUAL DE SUPERVIVENCIA DE UNA TONTA DE MANUAL

 

1. Sígueles la corriente cuando te suelten una obviedad o te cuenten algo que ya sabías. Utiliza interjecciones de asombro, deja la boca entreabierta, inclina levemente la cabeza y remata con alguna pregunta obvia. Esto último les hará esplayarse, momento que puedes aprovechar para pensar en las musarañas, que dicen que es muy bueno para combatir el estrés.

 

2. Si te dicen que no sabes hacer cualquier cosa, no luches contracorriente, déjate llevar y que sean ellos quienes lo hagan por ti. Si no saben o no lo hacen bien, respira hondo, date media vuelta, haz el pino puente… Cualquier cosa, menos ser tú quien retome la tarea. Que al final es un fiasco, tú disimula; que no, también.

 

3. Si en determinado momento te hacen el vacío, no luches por ganarte su aceptación, más bien todo lo contrario: huye despavorida y acuérdate del refranero nacional: dios los cría y ellos se juntan, mejor sola que mal acompañada, a enemigo que huye, puente de plata.

 

4. Como eres mujer, es muy probable que rompas más de un corazón por el camino. Ya que la mayor parte de los varones, al considerarte tonta, pensarán que eres 'accesible'. ¡Pobres! Esto puede dar lugar a situaciones bastante patéticas, ya que puedes verte pretendida y asediada por gañanes de toda índole y condición. Aunque fastidioso, tiene su lado bueno: dejarlos en la estacada tras darles falsas esperanzas tiene su punto. Nunca te culpes por ello, son ellos los que tienen prejuicios y no tú. Además, una buena ducha fría tiene un montón de propiedades beneficiosas. 

 

5. Si tienes la mala fortuna de tropezarte con un insufrible ganador, de esos que no les gusta perder ni a las canicas, tienes que poner toda tu carne en el asador: conviértete en su vasalla, en su más fiel admiradora. Sí, como lo oyes. En el mundo del surf, esto equivale a meterse debajo de la ola y aunque no te lo creas, podéis llegar a hacer un buen tándem en el mundo de los negocios. No sería de extrañar que grandes emporios hayan prosperado gracias a binomios como éste. Paradójicamente, con este tipo de compañía no tendrás que esmerarte en disimular, pues su convicción respecto de tu condición (tonta) y de la suya (listo) es tan desproporcionada que, aunque tuvieses diez carreras cum laude con matrícula de honor, seguiría pensando que eres una ameba y que quien es un puto triunfador/a es él o ella.

En fin, si después de haber leído este manual te sientes reconfortada, puede que pertenezcas a esta sufrida aristocracia. Si por el contrario, no has entendido nada o te parece una soberana tontería, no te ofusques, habrá sido producto de tu imaginación.



4 comentarios:

  1. Me encanta tu sarcasmo. Me lo paso bomba.

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  2. Eres una crack. Me encanta sin más

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  3. ¡Me encanta, Susana Mérida. Una vez más, nos llevas de la mano por la geografía común de las emociones. Siempre es un placer indentificarme entre tus líneas. Un abrazo.

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  4. Jeje me encanta tu ironia tan elegante y audaz. Es cierto que siempre es mejor parecerlo que serlo. 👍😇Un abrazo.

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