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martes, 23 de julio de 2019

PAULA

No tenía ni idea de Álgebra Lineal pero allí estaba, sentada en primera fila en frente de un profesor que movía los labios lo justo como para que no pareciese que era un muñeco. Paula había decidido enfrentarse al tiempo, que en realidad era como enfrentarse a la vida. Un buen día se levantó de la cama y cronómetro en mano, decidió que era una flecha dispuesta a recuperar el tiempo perdido. Así que sin más dilaciones, decidió terminar todo lo que alguna vez había empezado y empezar todo lo que siempre había soñado poder emprender, pero postergaba una y otra vez.

Decidió primero de todo tener fe en sí misma, reto que pasaba por salir de su zona de confort al grito de "¿y yo por qué no?", riéndose de su propia inseguridad y tatuándose cada día un remedio contra la pereza y el abatimiento. Se había propuesto ser una flecha y debía actuar como tal, describiendo en todo momento una línea recta perfecta, imperturbable, tozuda... Y así es como Paula se convirtió en un cañonazo diario de curiosidad, empeño y tesón en todo cuanto hacía y emprendía, ya fuera un deporte, leerse una obra magna, dominar una actividad, aprender un idioma, llevar a cabo un proyecto… Cuando no sabía resolver un problema, buscaba las soluciones, que estaban por todas partes, sólo había que hacer por alcanzarlas. A veces éstas tenían ganas de juguetear y se escondían, pero no había nada que se le resistiese a la imparable flecha que por su aplomo y contundencia, bien podía haber pasado por un elefante.

Paula era de letras puras y se pasó la etapa de Instituto huyendo de las Matemáticas, la Física y la Química. Sin embargo, cursando primero de Filología Hispánica, decidió contra todo pronóstico matricularse en Álgebra Lineal y Geometría Euclídea como asignatura de libre configuración, decisión que la flecha no tipificó como deseo, sino como reto. Pues las flechas necesitan de vez en cuando un revulsivo para ejercer como tales, ya que los desafíos les dan vidilla y estimulan su carácter empecinado y testarudo. Como no pudo convencer a ningún compañero para que la acompañara en su aventura, se encontró sola en su empeño, pero es lo que tiene ser flecha. Como podéis imaginar, no tardó en hacer amigos y terminó sacándose la peliaguda asignatura, lo que supuso una potente inyección de confianza para la flecha, que se sentía más flecha que nunca, llevándola a ponerse retos cada vez más difíciles e inverosímiles.

Paula fue descubriendo que no existen las barreras, los obstáculos ni los impedimentos. Que nadie nace sabiendo, que tu vida es un lienzo en blanco, que en realidad nada ni nadie puede impedirte hacer lo que quieras hacer y ser lo que quieras ser en la vida.

Las flechas tienen la habilidad de convertir el presente en futuro, describen siempre una línea recta, no se amilanan ante las dificultades o situaciones adversas, no miran atrás, no se entretienen ni pierden el tiempo, van cortando el viento y no paran hasta llegar a su objetivo.

Paula terminó tomándole el gustillo a las ciencias y hoy es médico forense, colabora con el CNI y como podéis imaginar, no hay caso que se le resista. La llaman “La Flecha”.


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