No tenía ni idea
de Álgebra Lineal pero allí estaba, sentada en primera fila en frente de un
profesor que movía los labios lo justo como para que no pareciese que era un
muñeco. Paula había decidido enfrentarse al tiempo, que en
realidad era como enfrentarse a la vida. Un buen día se levantó de la cama y
cronómetro en mano, decidió que era una flecha dispuesta a recuperar el tiempo
perdido. Así que sin más dilaciones, decidió terminar todo lo que alguna vez
había empezado y empezar todo lo que siempre había soñado poder emprender, pero
postergaba una y otra vez.
Decidió primero
de todo tener fe en sí misma, reto que pasaba por salir de su zona de confort al grito de "¿y yo por qué no?", riéndose de su propia inseguridad y tatuándose cada día un remedio contra la
pereza y el abatimiento. Se había propuesto ser una flecha y debía actuar como
tal, describiendo en todo momento una línea recta perfecta, imperturbable, tozuda...
Y así es como Paula se convirtió en un cañonazo diario de curiosidad, empeño y
tesón en todo cuanto hacía y emprendía, ya fuera un deporte, leerse una obra
magna, dominar una actividad, aprender un idioma, llevar a cabo un proyecto…
Cuando no sabía resolver un problema, buscaba las soluciones, que estaban por
todas partes, sólo había que hacer por alcanzarlas. A veces éstas tenían ganas
de juguetear y se escondían, pero no había nada que se le resistiese a la
imparable flecha que por su aplomo y contundencia, bien podía haber pasado por un
elefante.
Paula era de
letras puras y se pasó la etapa de Instituto huyendo de las Matemáticas, la
Física y la Química. Sin embargo, cursando primero de Filología Hispánica, decidió contra todo pronóstico matricularse en Álgebra Lineal y Geometría Euclídea como asignatura de libre
configuración, decisión que la flecha no tipificó como deseo, sino como reto. Pues las flechas necesitan de vez en cuando un revulsivo para ejercer como
tales, ya que los desafíos les dan vidilla y estimulan su carácter empecinado y testarudo. Como no pudo
convencer a ningún compañero para que la acompañara en su aventura, se encontró sola
en su empeño, pero es lo que tiene ser flecha. Como podéis imaginar, no
tardó en hacer amigos y terminó sacándose la peliaguda asignatura, lo que
supuso una potente inyección de confianza para la flecha, que se sentía más
flecha que nunca, llevándola a ponerse retos cada vez más difíciles e
inverosímiles.
Paula fue
descubriendo que no existen las barreras, los obstáculos ni los impedimentos. Que
nadie nace sabiendo, que tu vida es un lienzo en blanco, que en realidad nada
ni nadie puede impedirte hacer lo que quieras hacer y ser lo que quieras ser en
la vida.
Las flechas
tienen la habilidad de convertir el presente en futuro, describen siempre una
línea recta, no se amilanan ante las dificultades o situaciones adversas, no
miran atrás, no se entretienen ni pierden el tiempo, van cortando el viento y
no paran hasta llegar a su objetivo.
Paula terminó
tomándole el gustillo a las ciencias y hoy es médico forense, colabora con el
CNI y como podéis imaginar, no hay caso que se le resista. La llaman “La
Flecha”.
Un pié perfecto para un personaje de novela.
ResponderEliminar