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lunes, 13 de agosto de 2018

COBARDE

Dicen que hay niños que no sueñan con ser médico ni astronauta...


Vivimos en una sociedad y en un país donde un chaval de clase media sin estudios y con cara de pasmado puede llegar a codearse con las más altas esferas de poder y si se lo propone, llegar a Presidente. Sí, hablo del fotografiadísimo ‘Pequeño Nicolás’, el joven imberbe que acaparó en su día cuotas de pantalla e inspiró cientos de montajes y memes. Porque fue precisamente eso su vida, un montaje. ¿Qué se puede esperar de alguien cuya máxima aspiración en la vida es formar parte de la primera línea del PP y convertirse en millonario? Pues bien, no exagero al afirmar que este personajillo burlón y hasta simpático no es más que una parodia, una caricatura, el retrato prototípico de un perfil muy común en nuestra sociedad. ¿Quién no ha conocido alguna vez a un 'Pequeño Nicolás'? Seguro que te lo topas a menudo en el ascensor... Es ese compañero de instituto que se jactaba de jugar al padel con el hijo del alcalde o aquel cuñado que tuviste que parecía haber nacido con el móvil pegado a la oreja y cuyas gestas nunca te terminabas de creer…

No es que tenga nada en contra de quienes tienen grandes aspiraciones, pero me parece deprimente y patética la gente que no aspira a otra cosa en la vida que a PERTENECER A TODA COSTA A LA CLASE ALTA y lo hacen por la puerta de atrás, a través del camino más corto y facilón que existe, que no es otro que el de las apariencias. Porque una cosa es cumplir tus sueños y otra, trocarlos por unos de mentirijilla. ¿Cómo va a ser lo mismo pasarte media vida estudiando y esforzándote en tu trabajo, que dedicarte a fanfarronear por discotecas y clubes con un caballito en la camisa y el móvil pegado a la oreja? Amparados en 'para serlo sólo tienes que parecerlo,' estos infelices son capaces de atiborrar sus armarios de ropa de marca, de apuntar a sus hijos a colegios privados o de vivir con una doble hipoteca, la del piso y la del coche de alta gama, que hará que sus vecinos no lo vean como un trabajador de clase media más, sino como un puto triunfador!!! Pensándolo mejor, es hasta democrática esta manera de ascender en el escalafón social, puesto que hasta el más pringao puede llevar un cocodrilo en la camisa, apuntar a su hijo a un club náutico o frecuentar con más o menos asiduidad los ambientes donde sabes te puedes codear con gente adinerada. La clave está en valorarse tan poco tan poco tan poco... y tener una autoestima tan baja tan baja tan baja..., que harías lo indecible con tal de emparedar tu alma y ser aceptado por un mundo que se va a creer lo que le cuentes... Repásate el nudo de la corbata y coge las llaves del BMW que despegamos…

Y aquí es cuando el refranero popular acude en tu ayuda: “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”. Y pones la radio y suena esa canción de “El Canto del Loco” que dice “eres tonto…” Ya que por más que huyes de ti mismo, el espejo te recuerda cada mañana que no eres Dorian Grey, sino el hijo del frutero y de Paquita, la que limpiaba escaleras en el barrio. Porque en esta vida nada es gratis, no hay más leña que la que arde y en realidad tu vecino sabe que no eres el puto amo ni estás subido en el dólar como tanto te esfuerzas en aparentar. Lo que pasa es que te sigue la corriente y algunos hasta te doran la píldora con un “eres mi ídolo”. Porque sabes que el traje, el reloj y el smartphone hablan por ti, proyectando esa imagen esperpéntica de la que tu alma y tus verdaderos deseos y sueños huyeron despavoridos mientras eras devorado por una caricatura grotesca, que nada tiene que ver con el niño espontáneo y soñador que un día fuiste… mucho tiempo antes de ser aniquilado y engullido por el monstruo de la vanidad y de que vendieras tu alma al diablo, que está siempre al acecho de las almas débiles y de cobardes como tú.


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