Dicen que hay niños que no sueñan con ser médico ni astronauta...
Vivimos en una sociedad y en un país donde un
chaval de clase media sin estudios y con cara de pasmado puede llegar a
codearse con las más altas esferas de poder y si se lo propone, llegar a
Presidente. Sí, hablo del fotografiadísimo ‘Pequeño Nicolás’, el joven imberbe
que acaparó en su día cuotas de pantalla e inspiró cientos de montajes y memes. Porque fue precisamente eso su vida, un montaje. ¿Qué se puede esperar de
alguien cuya máxima aspiración en la vida es formar parte de la primera línea
del PP y convertirse en millonario? Pues bien, no exagero al afirmar que este personajillo
burlón y hasta simpático no es más que una parodia, una caricatura, el retrato prototípico de un perfil muy común en nuestra sociedad. ¿Quién no ha conocido alguna vez a un 'Pequeño Nicolás'? Seguro que te lo topas a menudo en el ascensor... Es ese compañero de
instituto que se jactaba de jugar al padel con el hijo del alcalde o aquel
cuñado que tuviste que parecía haber nacido con el móvil pegado a la oreja y
cuyas gestas nunca te terminabas de creer…
No es que tenga nada en contra de quienes tienen grandes aspiraciones, pero me parece deprimente y patética la gente que no
aspira a otra cosa en la vida que a PERTENECER A TODA COSTA A LA CLASE ALTA y lo hacen por la puerta de atrás, a
través del camino más corto y facilón que existe, que no es otro que el de las apariencias. Porque una cosa es cumplir tus sueños y otra,
trocarlos por unos de mentirijilla. ¿Cómo va a ser lo mismo pasarte media vida
estudiando y esforzándote en tu trabajo, que dedicarte a fanfarronear por discotecas
y clubes con un caballito en la camisa y el móvil pegado a la oreja? Amparados en 'para serlo sólo tienes que parecerlo,' estos
infelices son capaces de atiborrar sus armarios de ropa de marca, de apuntar a
sus hijos a colegios privados o de vivir con una doble hipoteca, la del piso y
la del coche de alta gama, que hará que sus vecinos no lo vean como un
trabajador de clase media más, sino como un puto triunfador!!! Pensándolo mejor,
es hasta democrática esta manera de ascender en el escalafón social, puesto que
hasta el más pringao puede llevar un cocodrilo en la camisa, apuntar a su hijo
a un club náutico o frecuentar con más o menos asiduidad los ambientes donde
sabes te puedes codear con gente adinerada. La clave está en valorarse tan poco
tan poco tan poco... y tener una autoestima tan baja tan baja tan baja..., que harías
lo indecible con tal de emparedar tu alma y ser aceptado por un mundo que se va a
creer lo que le cuentes... Repásate el nudo de la corbata y coge las llaves del
BMW que despegamos…
Y aquí es cuando el refranero popular acude en tu ayuda: “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”. Y pones la radio y suena esa canción de “El Canto del
Loco” que dice “eres tonto…” Ya que por más que huyes de ti mismo, el espejo
te recuerda cada mañana que no eres Dorian Grey, sino el hijo del frutero y de
Paquita, la que limpiaba escaleras en el barrio. Porque en esta vida nada es
gratis, no hay más leña que la que arde y en realidad tu vecino
sabe que no eres el puto amo ni estás subido en el dólar como tanto te
esfuerzas en aparentar. Lo que pasa es
que te sigue la corriente y algunos hasta te doran la píldora con un “eres mi
ídolo”. Porque sabes que el traje, el reloj y el smartphone hablan por
ti, proyectando esa imagen esperpéntica de la que tu alma y tus
verdaderos deseos y sueños huyeron despavoridos mientras eras devorado por
una caricatura grotesca, que nada tiene que ver con el niño espontáneo y
soñador que un día fuiste… mucho tiempo antes de ser aniquilado y engullido por
el monstruo de la vanidad y de que vendieras tu alma al diablo, que está siempre
al acecho de las almas débiles y de cobardes como tú.
Sueñan con ser Pablo Casado...
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