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viernes, 8 de junio de 2018

LAS 10 VENTAJAS DE LA CRISIS

Dicen que las personas con inteligencia emocional son capaces de extraer un montón de cosas positivas a la situación más terrible. Vamos, el 'no hay mal que por bien no venga' de toda la vida. También dicen que el ser humano se crece ante las adversidades o que, como el ave Fénix, a veces necesita tocar fondo para renacer de nuevo. El caso es que me he vuelto una fan de las crisis, de los fracasos, en definitiva, de los cambios. Como prueba de ello, he buceado en mi capacidad emocional, he exprimido la CRISIS ECONÓMICA que hemos sufrido todos y le he extraído 10 ventajas, diez deseos, diez sueños que por obra y gracia de una actitud provechosa, se convierten en razones de peso para que no le temamos más a las crisis ni a los cambios, porque éstos suelen ser la antesala de la evolución y el crecimiento.

1. Conseguir un magnífico currículum. De oca a oca y tiro porque me toca. Es descorazonador que te echen una y otra vez de las empresas cuando estás completamente adaptada, realizas tu labor con soltura y has conseguido ganarte el favor de tus compañeros y jefes. Pero este hecho, aunque desmoralizante, tiene su parte positiva y es que "siempre te dejas una puerta abierta". Ja ja ja... como ésta no se la cree nadie, vamos a la verdadera ventaja: trabajar en diferentes empresas te permitirá conocer distintos ámbitos laborales en un mismo sector y/o sectores distintos, lo que se traducirá en un abultado CV, siendo éste más competitivo y coherente con tu oficio o profesión y colocándote a nivel de experiencia cualitativa y cuantitativamente, por encima de cualquier fijo-que-no-ha-trabajado-más-que-en-una-empresa, así como de cualquier veinteañero con experiencia cero.

2. Vencer la timidez o al menos creerás que la has vencido, ya que no te queda otra. Cada vez que entras a formar parte de una nueva empresa te ves obligado a entrenar tus habilidades sociales y tus capacidades de adaptabilidad. Esto te viene muy bien en la vida, sobre todo si eres un tipo retraído y poco espabilao como yo. Mucha gente no sabe que entrar a formar parte de una empresa requiere un ingente esfuerzo a nivel social, interpersonal y cognitivo. Constituye todo un reto personal en el que das lo mejor de ti y muestras tu mejor cara (porque nunca se sabe si en esta empresa te vas a quedar...). La experiencia vital que te proporciona haber formado parte de un buen puñado de empresas se considera 100 veces más productiva que acudir al mejor psicólogo del mundo toda una vida y leerte todos los libros de autoayuda del mercado.

3. Posponer la maternidad/paternidad hasta límites insospechados, debido a tu inestabilidad laboral, claro. Ver cómo tus hermanos y tus amigas de toda la vida traen hijos al mundo y ver cómo crecen a la velocidad del rayo es una experiencia enternecedora a la par que inquietante, ya que no puedes evitar sentir el vértigo del paso del tiempo que te azota con fuerza cada vez que oyes "tita Susana, tita Susana"... Pero no traer hijos al mundo tiene suculentas ventajas, ya que el dinero y el tiempo que debieras invertir en ellos va íntegramente destinado a ti y a tus caprichos, a saber: comprarte antojos y extravagancias sin conmiseración ni sentimiento de culpa, salir a comer un día sí y otro también, viajar, ir al cine, hacer deporte, practicar multitud de actividades... Vamos, que tu calidad de vida mejora sustancialmente. Este punto tiene un inconveniente no menos molesto: aguantar el "y tú pa cuando" de todo diestro y siniestro, que no desaparece hasta bien entrados los cuarenta, ya que consideran que "se te ha pasao el arroz", si eres mujer.

4. Trabajar en lo que realmente te gusta. Puesto que tienes la sensación de tener todo perdido, de empezar de cero y de no tener nada que perder, te armas de valor y decides darte una oportunidad en ese trabajo y ese sector en el que siempre quisiste trabajar. Para ello no dudas en prepararte a conciencia, ampliando tus estudios, realizando prácticas, trabajando a tiempo parcial, aguantando precarias condiciones laborales e incluso realizando trabajos de forma gratuita... Que tu jefe no lo sepa, pero  aprender al mismo tiempo que trabajas en lo que te gusta no tiene precio.

5. Conseguir un cuerpo 10. Sí, señores, toda una vida haciendo dietas, para que venga una crisis y te espabile de verdad. Como dispones de más tiempo libre -que en verdad no lo tienes, pero la sensación de crisis te hace pensar que sí-, decides dedicarle al deporte ese trocito de tiempo que debiera ocupar siempre en nuestras vidas, que combinarás -eureka- con esa dieta megaequilibrada, megasana y megamacrobiótica que solías empezar los Lunes y romper el fin de semana. Con la diferencia de que ¡¡¡ahora lo consigues!!!, en parte también gracias a otra crisis, la de los 40.

6. Ser mejor persona. No es broma, no. Como todos los medios se hacen eco de lo mal que está el país, bombardeándote constantemente con noticias tan poco halagüeñas sobre la dura realidad que estamos viviendo, decides formar parte de verdad de la crisis y de la historia y, como tantas personas, te animas un día a sacrificar un poquito de tu tiempo para compartirlo con aquellos que realmente lo necesitan y/o colaborar en esa causa en la que crees puedes aportar algo. ¡¡¡Y lo haces!!!

7. Volverte un ecologista empedernido. Sé que pensáis que esta ventaja está cogida con pinzas, pero en absoluto. Estoy segura de que no soy la única a la que la crisis ha lanzado a recolectar tapones de botella como una posesa (veo uno y se me salen los ojos de las órbitas) o a llevarlo todo a Madre Coraje, a darle mil vueltas al objeto más abyecto, cavilando una y otra vez a ver a quién le pudiera venir bien... Nunca la basura ha olido más a basura y nunca ha durado menos un foel al lado de un contenedor. Sí, la crisis nos ha hecho más conscientes y no sólo a nivel de reciclaje, ya que la consciencia, una vez que se despierta, lo anega todo. Vamos, que empiezas recogiendo tapones y terminas siendo activista de Green Peace, donando médula o apuntándote a la Lista Robinson.

8. Tu cerebro rejuvenece. Sí, se lo he escuchado un montón de veces a Punset, lo llaman neuroplasticidad. Y es que está demostrado científicamente que el cerebro rejuvenece en la medida en que lo sometemos a retos continuos de aprendizaje y adaptabilidad, lo que se traduce en el establecimiento de nuevas conexiones neuronales que antes no existían. Vamos, que el cerebro, como todo, se entrena y no hay duda de que la crisis te obliga a ejercitarlo continuamente y a todos los niveles.

9. Tu físico rejuvenece.  Sí, sí, sí... Como lo oyes, tu edad biológica -que no la cronológica- se ralentiza. Lo normal es aparentar diez años menos y esto es debido a lo anteriormente expuesto: no tienes hijos, sigues preparándote y estudiando, trabajas por fin en lo que te gusta, tienes una vida social alucinante y ¡caray!, un buen día te das cuenta de que ¡¡¡vives como un veinteañero!!! Eso sí, con la cabeza mejor amueblada, dinero en el bolsillo y sabiendo lo que antes no sabías, toma...

10. ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?  Oooooh, sí... Piensa mal y acertarás. ¿Qué os puedo decir de un matrimonio al que la crisis no le ha dado ni un momento de tregua, donde un año nunca es igual al anterior debido a la inestabilidad y precariedad de nuestros trabajos, hecho que impide que se instale definitivamente la rutina en nuestras vidas? Esa rutina de la que gozaban los matrimonios de antaño ("Honorato, ¿vemos la tele un rato?"). ¡Ay, qué envidia! Matrimonios que tienen la suerte de ver el horizonte con el sosiego y la despreocupación que les proporciona un trabajo fijo. El sol de la tranquilidad... Un horizonte como una línea continua e ininterrumpida de horarios preestablecidos, días festivos, vacaciones pagadas, altas y bajas programadas, colegio, comedor, clases extraescolares, Happy Meals, cumpleaños en parques de bola, comuniones en ventas con columpios, pastillas para la tensión, Lexatin, Viagra en el mejor de los casos, cotización alta, prejubilación temprana y una buena mecedora para ver a Juan y Medio por las tardes, el Peliculón, el Telediario, el Tiempo o Amar en tiempos revueltos...

En fin, después de esto, sólo me queda desearos que la crisis os sacuda tan fuerte como a mí...

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