Vistas de página en total

lunes, 27 de abril de 2020

LA GALAXIA DE EVA

Contra todo pronóstico, seguía allí... Robándole latidos al tiempo, amotinado en una cáscara de nuez silenciosa. Los oídos le pitaban y las luces menguantes de Orión le arrancaban las últimas lágrimas. El boing espacial se había desintegrado con el propósito de no dejar pista alguna al azogue, la energía concomitante que había conseguido someter a la masa. Lloraba en medio de la oscuridad de un tiempo enlentecido hasta llegar a detenerse por completo, sabiendo que ni dios podía oír sus gritos. Desafiando al péndulo del destino, se negó a acatar la ley necesaria de los tiempos, enmudeciendo con la tormenta que precede al exterminio.

La noche oscura del alma no se apiada de niños perdidos y un terror ancestral se pasea por las galaxias del miedo. Billones de avatares toman la parte iluminada, sometiéndola al escrutinio implacable del mal. El poder de la sombra había agostado el planeta más fértil del universo y el holoceno planetario había succionado galaxias enteras de forma lenta pero implacable. El tiempo ya no era un aliado, sino un títere más de la maquinaria, de la antimateria, de la sinergia aglutinante que había transformado el majestuoso tapiz estelar en un holocausto delirante. Aquiles era la última posibilidad del cosmos, la célula perdida, el corazón que necesitaba la Galaxia Centinela, la más antigua y resistente del universo conocido. Su bondad superaba con mucho la velocidad de la luz y la voracidad de los agujeros de gusano.

Eva lo esperaba en algún lugar del tiempo y del espacio. Sus átomos se hallaban entrelazados y el vacío de los abismos tridimensionales no había borrado los surcos del alma ni la memoria residual de un pasado reptiliano, atávico y palpitante, creando un vínculo atemporal. Aquel día, apoyada en el alféizar, vio algo en el cielo que la hizo estremecerse de melancolía. Su niñez, el día de su comunión, la fiesta de graduación, aquel viaje a la India con sus compañeros de carrera… formaron una línea continua y supo que todas sus vidas pasadas no eran más que la antesala de la eternidad, que existía un alma igual a la suya, que alguien la esperaba más allá de las estrellas… Alguien que haría añicos las bases sólidas sobre las que había crecido hasta convertirse en una de las mujeres más poderosas del Universo.

En el silencio infinito se había colado una nota desconocida y deseaba oír su música. Trazó un plan de posibilidades, sabiendo que rompería las reglas del juego y que las consecuencias podrían ser inesperadas y catastróficas. Eva cerró la ventana de su dormitorio y se precipitó al armario en busca de aquel vestido de seda color púrpura y hombreras puntiagudas, para acudir a un acontecimiento decisivo, la Gran Cumbre Interestelar, en calidad de invitada de honor. Al entrar por el Arco de la Libertad, una de las joyas de la galaxia, sus pupilas violeta oscuro escanearon el estrado hasta detenerse en un tipo con traje militar, bigote y condecoraciones, entre las que destacaba una en forma de cruz, cuyos brazos doblados formaban un ángulo recto. Eva extrajo su automática del bolso y disparó sin dudar a su objetivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL DÍA DESPUÉS

Se despertó de la siesta y se liberó de las garras de su sillón-relax. Una fuerza irracional le condujo hacia la nevera, que no solía fallar...