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viernes, 1 de febrero de 2019

LOS REPTILES DEL PODER

Dedico esta entrada a la periodista y poeta malagueña Laura Santiago Díaz porque sé que le encantará el símil y el verso final.
Sobre estas líneas un alma sensible, Miguel Hernández, el gran poeta universal de la libertad y la justicia, cabrero de profesión.

El español es como el buen toro de Lidia que tras ser banderilleado, capoteado y humillado, espera dócil la estocada certera... 


Deberían retirarse los cobardes, los que han hecho algo de lo que avergonzarse, los que han robado y les han pillado con las manos en el botín. Los necios de corazón y de espíritu, los que han calumniado y mentido hasta olvidarse del verdadero fin de la política. Los que medraron con el más absoluto de los descaros y se creyeron intocables, tocados por gracia divina, la abundancia, los privilegios y la adulación desmedida de un pueblo que aún no es capaz de reconocerse en el espejo, que se arrodilla aún en los altares haciendo como que reza, se presigna y dice "amén" por si acaso. Un pueblo supersticioso, desconfiado, con un exacerbado sentido del ridículo. Una prole de bribones que miran por encima del hombro a su propio hermano porque no ha conseguido lo que tienen ellos. Apoyos, favores, confidencialidad y esa llamada en el momento oportuno, un sobre por debajo de la mesa y una estratégica jornada de caza mayor, que jalonará sus coartadas a base de lamerle el culo a ese alto cargo, que supo ver en él un digno mercenario del sistema. Un sistema que se cuadra ante el olor a dinero, la bandera y una buena faena en Las Ventas, mientras resuenan los compases de "El novio de la muerte". Haciendo gala de una pasmosa insolidaridad que proclaman de manera grotesca con una mano en la Biblia y la otra en el volante del Jaguar. Un obstinado rechazo y blindaje ante los que más lo necesitan, aquellos que sólo buscan desesperadamente un refugio, un hogar para sus hijos, el crepitar de un fuego amigo, el calor humano y universal.

Deberían retirarse los cazadores de másteres y fulgurantes carreras universitarias para expiar de una vez sus interminables listas de corrupción y de estupideces, defendidos torpemente por toda suerte de tipejos de discurso falaz y lengua ligera, acólitos que venderían a su madre por seguir sosteniéndole la silla a las comadrejas del poder, infelices comprados con tarjetas ilícitas, viajes, cajas de vino, bolsos de Carolina Herrera... Almas arponeadas por la usura y una avaricia endémica, haciendo la vista gorda ante las recalificaciones urbanísticas y las irregularidades de la Corona, al tiempo que hinchan presupuestos y auspician proyectos megalómanos con el dinero que ya no queda.


Deberían retirarse por justicia social, por vergüenza y por el bochorno y la indignación que nos han hecho sentir a todos el saber que hemos sido saqueados al tiempo que recortaban nuestras condiciones de vida y nuestros derechos.


Deberían retirarse éstos y no otros, porque ¡¡¡estamos utilizando incorrectamente la vara de medir y NOS ESTAMOS QUEDANDO CON LO PEORCITO!!! Es la ley de "aguanta y vencerás" de una clase política envilecida, cínica y artera que lejos de desgastarse, es capaz de aguantar carros y carretas, pactar con el diablo, camaleonizarse, decir donde dije digo digo Diego y en definitiva, hacer cualquier cosa con tal de estar en el poder, porque saben que es la única manera de detentarlo. Saben que los otros son más "débiles" y que tarde o temprano terminarán tirando la toalla, hastiados de tanta infamia, quemados y decepcionados de tanta injusticia. EL MUNDO DE LA POLÍTICA NO ESTÁ HECHO PARA LAS ALMAS SENSIBLES, reflexivas y compasivas, de ahí que escaseen y los pocos que llegan no consigan significativos resultados (mirad el ejemplo de Alberto Garzón, a todos nos gusta, ¿pero quién le vota?). A los reptilianos en cambio, se les da muy bien el medio porque les da igual todo y todos, están vacíos, no tienen alma ni inquietudes más allá del poder, la posición, el dinero... Ni sienten ni padecen (salvo por ellos mismos, claro). Son individuos estériles sin oficio ni beneficio adiestrados en el arte de la oratoria falaz, astuta, engañosa, en medrar, codearse, encandilar y embaucar al ciudadano de a pie, a ese que vive en 'modo hámster', ese que saben siempre acudirá a las urnas porque está debidamente programado como buen esclavo del sistema.

Deberían retirarse los reptiles de la falacia, los malabaristas de humo, los prestidigitadores del miedo, un miedo que nada tiene de ancestral, un miedo infundado, falaz, hábilmente creado para azuzar a las masas aturdidas, esas que sólo levantan la cabeza con un par de banderillas. Ahí las ven venir y reaccionan cual encabronado morlaco, respondiendo dóciles al quite del capote y la muleta. Verónicas, chicuelinas y de vez en cuando una portagayola... Y he aquí que se me vienen una y otra vez la fuerza expresiva de los premonitorios versos de uno de los poemas más emblemáticos de Miguel Hernández: "...como el toro burlado, como el toro".

4 comentarios:

  1. No puedo dejar comentario que exprese lo impresionado que me ha dejado el texto. Sublime.

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  2. Touché! Me dejas sin palabras, querida Susana. No puedo más que felicitarte por tener siempre a punto las palabras para hacer diana.

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  3. Mil gracias a vosotros por leerme y por empatizar.

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  4. Impresionante! Una verdad como la copa de un pino.

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EL DÍA DESPUÉS

Se despertó de la siesta y se liberó de las garras de su sillón-relax. Una fuerza irracional le condujo hacia la nevera, que no solía fallar...