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martes, 18 de diciembre de 2018

¡Y UN JAMÓN!

Imágenes del documental "El secreto de El Pozo" de La Sexta en las que se ven a cerdos agonizando con úlceras y malformaciones y el periodista Jordie Évole presenciando la escena con una mascarilla

Se acercan las Navidades y como cada año, nos lanzamos a la caza de los manjares y exquisiteces que harán las delicias de nuestras mesas. Fechas en las que echamos el resto buscando esos alimentos que no comemos el resto del año o que consideramos de consumo esporádico debido a su alto precio. Las gambas o los dulces navideños son incondicionales de nuestro banquete, pero si hay un alimento estrella, ese es EL JAMÓN. Mantra donde los haya, se ha convertido en esa llave que te abre todas las puertas. Serrano o ibérico, paletilla o pata negra, no hay cesta navideña que no cuente con él en su repertorio (va siempre a modo de trofeo); no hay casa a donde vayas que no te lo ofrezcan (les falta abrirte la boca con las dos manos y metértelo a la fuerza); ni convite que no cuente con más de una bandeja. Y digo yo: ¿habrá alimento más insípido y desagradable?

Estoy convencida de que EL JAMÓN REALMENTE NO GUSTA, puesto que es salado, grasiento, pringoso, aparatoso, difícil de cortar... No nos engañemos, no es más que carne muerta y cruda, una abominación, el despropósito de cebar a un animal con el macabro fin de sustraerle las patas, colgarlas y esperar a que se sequen. Cuando lo veáis cortado en lonchas sobre una festiva bandeja, pensad que cada una de esas láminas formaba parte del rosado muslo de un desgraciado cerdo al que nadie ha preguntado qué le parece que el hombre lo haya privado de una vida digna y no veamos en él más que un suculento bocado, a pesar de que hay muchísimos más alimentos a los que hincarle el diente. La perversión radica precisamente ahí, en que el hombre, a pesar de no necesitar cebar y matar a un animal para alimentarse, se empeña de forma gratuita, sin ninguna necesidad y por puro placer, en hacer del animal una masacre despiadada a la par que rentable: chorizos, morcillas, chuletas, carrillada, costillas, ternasco, higadillos... y en cada casa un jamón, sinónimo de abundancia, bonanza, lujo, opulencia...

Señores, ¡el jamón es la gran falacia! Una mentira, un timo, un camelo que nos ha inoculado la industria cárnica a base de marketing y propaganda. A las pruebas me remito, cualquier alimento está más bueno que el jamón, incluso unas patatas fritas o el más humilde de los quesos. Pero no, preferimos decir majaderías como "el jamón es lo mejor que se come", cuando en realidad no es así. Sólo hay que ver los melosos y embaucadores anuncios televisivos, donde nos quieren vender incluso el jamón de york, que no es más que un puerco embutido hecho con lo peor de las sobras, como si fuese un producto sano y natural, ¡chúpate ésta!

Señores, existen incluso vegetarianos que comen jamón!!! Por no hablar de la gente amante de los animales, que exhiben una inusitada sensibilidad ante lo indigno y denigrante que es tenerlos en zoológicos o en circos y a continuación te montan una barbacoa más pronto que canta un gallo... A mí por mi condición de vegetariana, no hay reunión en que no me monten el debate, en el que nunca falta la alusión a nuestros orígenes paleolíticos, como si cualquier tiempo pasado fuese mejor... Pues vete tú a la Edad de Piedra, que yo me quedo en esta, ¿no te digo?

En fin, incongruencias que se pagan caro cada día con una sociedad ciega, a la deriva, irresponsable a la hora de consumir y alimentarse, cínica y complaciente, que prefiere mirar a otro lado por pereza, ignorancia o por pura obstinación, tres pecados capitales que embrutecen día a día nuestra CONSCIENCIA, saboteando nuestro avance y obstaculizando nuestro proceso evolutivo.

3 comentarios:

  1. Un bocadillo de jamón serrano está muy bueno, por mucho que no te guste a ti. Sobre gustos no hay nada escrito, acepto que no te guste el jamón, igual que a mi no me gustan las lentejas. Pero no por eso voy a decir que las lentejas son una pedazo de mierda que nos obligan a comer por marketing.

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  2. Estoy de acuerdo contigo en el maltrato que padecen los animales por culpa de la industria. En la fakta de educación culinaria que afecta no solo a nuestro bien estar fisico como mental. Habría que reformarlo todo en beneficio nuestro y de los animales. Un zafarrancho que ni te cuento. Edta sociedad neurocapitalista nos lleva como borregos a no se sabe donde. A mí nunca me gustó el jamón. Prefiero el chocolate.

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  3. Pues el caso es que a mí sí que me gusta el jamón, pero siempre he pensado que no es para tanto.

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Se despertó de la siesta y se liberó de las garras de su sillón-relax. Una fuerza irracional le condujo hacia la nevera, que no solía fallar...