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jueves, 26 de abril de 2018

BLANCA Y RADIANTE VA LA NOVIA


Dedico esta entrada a Carmen Prados, mi profesora de Lengua y Literatura del Instituto. Seguro que le encantaría el símil...
Podría haber titulado este post 'dime de lo que presumes y te diré de lo que careces’. El caso es que, como yo me fijo mucho en los estilismos, hace tiempo que observo que muchas mujeres del mundo de la política se decantan por un total look en blanco para sus apariciones más estelares o comparecencias especialmente comprometidas. Así lo hizo Ana Botella en el balcón de Génova cuando su marido fue reelegido con mayoría absoluta o la hoy Reina Letizia en aquella mítica presentación ante los medios en la que mandó a callar al entonces Príncipe. Más cercanamente tenemos a la esposa de Trump que eligió el blanco impoluto para la primera presentación ante E.E.U.U. y el mundo tras ganar tan polémicamente su marido las elecciones. Y si nos vamos al día de ayer, nos vemos en el plano nacional a una Cristina Cifuentes henchida de orgullo ante el atril presentando su dimisión tras descubrirse que no solo le regalaron el Master, sino que la han pillado robando literalmente en el súper.
    Esta mujer, que ha hecho de su imagen su bandera, deleitándonos día a día con un estilo depurado y elegantísimo de ejecutiva de vanguardia con un toque de alta costura adaptado a cada ocasión, nunca ha dejado absolutamente nada al azar. Ya sea el rojo rompedor con el que nos abrió su Twitter, el paraguas con la bandera de España que ha enarbolado los días de lluvia o el starbucks con el que se paseaba por el Congreso. ¡No se pudo poner más carne en el asador! Porque todo formaba parte de una imagen artificiosamente erigida y minuciosamente cuidada que pretendía refrendar su expediente supuestamente intachable e inmaculado y de paso tapar las sombras de su desgastado y putrefacto partido. Era la personificación de la rectitud, con su look impecable a la par que sofisticado parecía decirnos “aquí tenéis a una mujer íntegra incapaz de haber quitado siquiera una goma en el colegio" y “porque yo lo valgo de Loreal”. Hoy he de reconocer que yo nunca dejé de percibir un desequilibrio entre el hábito y el monje, porque esta mujer se ha paseado por todas las cadenas con un discurso insustancial y una dignidad pasmosa. La moda es algo maravilloso y tener una magnífica imagen es fantástico, pero siempre y cuando en el interior haya consistencia, es decir, honradez, buen hacer, profesionalidad... 
    Y heme aquí que no dejo de acordarme de los bíblicos 'sepulcros blanqueados' o de ‘La Casa de Bernarda Alba’, cuya obsesión por blanquear sus gruesos muros de un blanco nuclear era proporcional a la avaricia, el dinero, la lujuria y la muerte que éstos encerraban. Un blanco azulado y cegador con un mensaje implícito. No es casualidad que sea éste el color de las novias, la ecuación nunca falla, cuanto más larga la cola inmaculada, mayor será el reverso que pretende purgar… Y si no, analizad los ejemplos citados, sus protagonistas no se vistieron de blanco por casualidad, buscaron deslumbrarnos, distraernos y embaucarnos, dulcificando y limpiando su imagen de cara a la galería para que así nos olvidemos de ese pasado o presente comprometedor, indecoroso, turbio… Borrón y cuenta nueva, aquí paz y después gloria.
    Ayer se cumplió una vez más la ley simbólica del blanco como tótem redentor, esta vez con un desenlace al más estilo lorquiano: la Cifuentes suicidándose políticamente con un porte nupcial impecable y la altivez de las grandes heroínas clásicas.
“Shhhhhh... Ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio, he dicho!“

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