Vistas de página en total

martes, 25 de febrero de 2025

COSAS QUE PIENSO MIENTRAS FRIEGO LOS PLATOS

 Hay que estar muy mal, para luego estar muy bien.



¿Te dan envidia las personas que lograron una estabilidad laboral muy pronto, con poco esfuerzo y gracias a la suerte? No hace falta que me respondas, conozco de antemano tu respuesta: Sí. ¿Pero cómo te quedarías si te digo que los realmente afortunados son quienes tardan mucho más en conseguirlo? 
 
El camino fácil es una trampa. Nos adormece, nos induce a vivir en modo zombi, entramos en sopor y hace que cualquier leve cambio o piedrecita en el camino nos moleste. Nos volvemos desagradecidos con la vida, ya que damos nuestra privilegiada situación por descontada. Ocurre una cosa muy curiosa y es que nuestro sistema de creencias se ve alterado, limitándonos la perspectiva, lo que nos hace ser menos empáticos. Porque, ¿quiénes creen férreamente en la meritocracia? ¿Quiénes dicen que si no eres rico, es porque eres un vago y no tienes iniciativa?: quienes se lo encontraron todo hecho, quienes no partieron de cero, quienes tuvieron suerte y apenas se esforzaron. 
 
Lo que sucede es que son víctimas de una disonancia cognitiva, que les lleva a pensar que son dignos merecedores/as de lo que tienen, y que lo que han conseguido se debe a sus propios méritos. Así, el que hereda un negocio familiar, inmuebles o un emporio, se vuelve víctima de esta falsa creencia y hace suyo el esfuerzo que no realizó (que probablemente es el de otro), con la connivencia de una sociedad capitalista y superficial, que juzga a las personas por lo que tienen y no por lo que han hecho para conseguirlo.
 
En cambio, es mucho más feliz quien logra llegar por sus propios méritos e incluso tardó demasiado tiempo en conseguirlo. ¿Por qué? Porque, antes, han estado abajo: han sabido lo que es trabajar gratis, hacer horas extras no retribuidas, tener unas condiciones laborales precarias, que no se les valore, etc.  Y cuando al fin llegan, no hay día en el que no se miren en el espejo y conversen con ‘el otro’, ese al que le faltó la fe tantas veces, el que lo intentó una y otra vez, fracasó y tuvo que reinventarse una y otra vez.

Es ese salto comparativo, ese diálogo con su yo del pasado lo que le empuja cada mañana a trabajar y a vivir con mucha más ilusión, a no bajar la guardia, a estar más vivo y activo, y a ver los reveses como suculentas oportunidades. Lo que le lleva a ser más empático, consciente y agradecido con la vida; en definitiva, más feliz.
 
Sin embargo, quien tuvo un camino fácil y se encontró todo hecho vive enfrascado en una somnolencia insoportable. Se frustra con facilidad porque no está acostumbrado a lidiar con los contratiempos, no dispone de herramientas, no ha cultivado la disciplina, no se ha preparado ni instruido lo suficiente porque pensaba que no le hacía falta. Tampoco ha aprendido a gestionar los fracasos, ni a poner foco, ni a redirigir su energía y cualquier minucia o revés lo estresa, lo frustra y lo paraliza. En definitiva, es mucho más infeliz, a pesar de su privilegiada posición.
 


1 comentario:

  1. Me preguntó si dependiendo de la persona que vive dichas experiencias según su alcance. Tú le sacas jugo a la experiencia dura. Otras/os les sirve para justificar lo malas/os que se han vuelto.

    ResponderEliminar

NO-REALIDAD

La realidad es atravesada cada día   por un tren de indiferencia  y una cascada incesante  de anuncios publicitarios.  La realidad ya no es ...