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sábado, 20 de septiembre de 2025

NO-REALIDAD


La realidad es atravesada cada día 
por un tren de indiferencia 
y una cascada incesante 
de anuncios publicitarios. 
La realidad ya no es una,
sino una maraña de bulos 
que infestan nuestros terminales 
en forma de opinión, reel o meme.
 
La realidad que ahora está de moda 
es la que defiende a genocidas, 
legitima guerras, 
aúpa en el poder a desalmados 
y se guarda una bala para aquel 
que se atreva a sacar la bandera blanca 
de la solidaridad, la pluralidad o el respeto.
 
La realidad se agarra con fuerza a nuestros miedos, 
apela al individualismo defensivo 
y exige su cuota diaria de venganza, 
injuria y ensañamiento.
 
La realidad de ahora recibe votos
por prometer deportaciones masivas,
defendernos de enemigos que no existen,
desmantelar la seguridad social
o ir contra el débil o el diferente
haciendo de ello un circo retransmitido 
por un influencer imberbe
que cree que la meritocracia
es una gracia que le sale a los ricos.
 
La realidad ha convertido el racismo 
en tema de debate, 
a los pobres en vagos y a las minorías 
en los culpables de nuestras miserias,
donde las políticas sociales
y la igualdad de oportunidades
han pasado a ser amenazas
para el sistema de poder y el IBEX 35.
 
Ésta, la no-realidad, es una inmensa bola de nieve
que crece, cada vez que alimentamos el odio,
dejamos de tener esperanza 
o nos creemos cualquiera de sus mentiras.

viernes, 27 de junio de 2025

LA FOTO

 

Dedico este discurso a mis alumnos y alumnas de 4ºESO del IES Río Aguas

—¡Cuánto tiempo! Parece que fue ayer cuando nos graduamos. Mira, mis compañeros de 4º de ESO en la fiesta de graduación. 

—¿Dónde estás, no te veo?

—¿Cómo que no me ves? Soy ése, el que tiene la pajarita roja. 

—Pues sí que estás cambiado, ahí tienes pelo y no tienes barriga. 

—Sí, quién me iba a decir que ese mismo verano empezaría a tener entradas y que las pizzas del Caymar me empezarían a pasar factura. 

—¿Has vuelto a ver a algunos de tus compañeros?

—¿Los de 4º de ESO? Qué va. No tengo ni idea de por dónde andan. Fíjate, éramos unos críos, rebosábamos ilusión, teníamos la vida por delante. Aunque no te lo creas, no he vuelto a vivir nada igual al Instituto. Tengo una dilatada carrera y he vivido muchas experiencias, pero el Instituto, eso es otra cosa. Allí no podía elegir, tenía las asignaturas que tenía y no las podía cambiar. Si el profe no me gustaba, me tenía que aguantar y si no me caía bien algún compañero, también. Los deberes y las clases a última hora eran un auténtico coñazo… Pero, ¿sabes una cosa? Todo eso me vino muy bien. No cambiaría ni un ápice de aquello porque gracias a las reprimendas, a los madrugones, a algún que otro parte y a todas aquellas restricciones, soy hoy el hombre que soy. De no haber tenido aquel entrenamiento y de no haber adquirido una base académica y cierta disciplina, no me habría convertido en el empresario de éxito que soy hoy.  

—¿Oye, y no te gustaría saber qué ha sido de tus compañeros y compañeras?

—Me encantaría. 

—Pues le pregunto ahora mismo a mi asistente de IA. Surimi, averigua cuál es la profesión de cada una de las personas que aparecen en la foto y añádeles una imagen actual.

—¿Tu asistente es capaz de hacer eso?

—Pues claro. (…) Oye, no está nada mal lo que veo… Una tal A.C. es embajadora y una tal I.M., científica. Y a ver, qué más vemos por aquí… Qué ven mis ojos, el famoso actor y humorista P.C. estaba en tu clase y no me lo habías dicho.

—¿Te estás quedando conmigo? 

—Toma, compruébalo tú mismo. 

—P.C. Pero si a mi mujer le encanta, fuimos a verlo a Madrid y las entradas nos costaron un ojo de la cara.

—Mira, también hay una escritora y un ingeniero aeronáutico.

—A ver quiénes son… No me lo puedo creer, pero si este tipo estaba empanao de la vida.

—Mira, y una diplomática que responde a las iniciales de W.M.

—A ver si tu asistente de IA nos está tomando el pelo.

—¿Qué? ¿Es que no te alegras de que tus compañeros de instituto hayan llegado lejos?

—No, no es que no me alegre, es que ahora me parecen otras personas.

—Si te vieran a ti, pensarían lo mismo.

—Tienes toda la razón, quién diría que un tarugo como yo se haría un hombre de provecho.

—¡Calla, calla, que te va a dar un parraque cuando veas esto! ¿No reconoces a esta compañera? 

—A ver, me suena la cara… pero no me acuerdo de cómo se llamaba... 

—Pues mira la foto actual.

—¡Pero qué dices! ¿N.K., la Presidenta del Gobierno? No me lo puedo creer, es imposible, pero si en clase ni hablaba.

—Pues ahora nos gobierna a todos y a todas. Mira, esta semana se reúne con la Presidenta de Rusia y la semana que viene asistirá a la Cumbre del G20 para aprobar la Agenda 3000, tras el éxito de la anterior. Pero qué te pasa, ¿estás llorando?

—Sí, de alegría. Me estoy acordando de todos aquellos docentes que se partieron el lomo por darnos una educación: de Lourdes, de Miguel Ángel, de Jose, de Sergio, de Nieves, de Rafael, de Brenda, de Pablo, de Rocío, de Ginés, de Cristian, de Ana, de Toñi, de Beatriz, de Antonio, de Susana, de Inma, de Joaquina, de Natalia, de Rosa, de Pedro, de Leonor… Siempre creyeron en nosotros, ahora lo sé. 

—¿Pero qué haces? ¿A dónde vas…???

—A la calle, a defender la Enseñanza Pública!!!





sábado, 8 de marzo de 2025

MENSTRUACIÓN



Sangro porque nací con ovarios por agallas,
porque no puedo hacer otra cosa
y porque a menudo estoy que me caigo
y, aun así, me pongo a fregar los platos
y a preparar comida para toda la semana.
 
Sangro desde el principio de los tiempos,
desde que el mundo es mundo
y mucho antes de que el hombre de cromañón
trazara bisontes en las cavernas de su ignorancia.
 
Sangro por tratar de poner orden en mi hogar
y paz en medio de la guerra,
por vivir arrodillada 
y por quitar las inmundicias de la gente
a cambio de cuatro duros y miradas de condescendencia.
 
Sangro porque la vida es más dura
cuando hay demasiadas bocas por comer
y al padre lo mataron en la guerra.
 
Sangro porque cada átomo de mi cuerpo
me grita que ya está bien, 
que no soy la criada de nadie,
ni un buen par de tetas, 
ni el descanso del guerrero.
 
Sangro porque cada vez que camino por una calle solitaria
soy consciente de que me pongo en peligro
y que, en cualquier momento, 
puedo ser agredida, 
violada o terminar en una cuneta.
 
Sangro cada 28 días y a veces antes, 
porque tengo un útero que es como una bomba de relojería
que me recuerda cada mes que está vacío,
que se me está pasando el arroz y que me arrepentiré, 
si no paro un par de hijos a tiempo.

Sangro porque soy mucho más que un útero fértil 
y un buen puñado de ovarios sanos y vigorosos.

Sangro por esos kilos de más
que me tienen constantemente a régimen
comprando cualquier mejunje que me prometa
un cuerpo diez y una silueta perfecta.

Sangro porque no soporto que otras como yo
vendan su cuerpo, estén al servicio de los hombres,
y encima sean despreciadas 
por los mismos que las alquilan y estupran.
 
Sangro por quienes interrumpieron su embarazo
en la clandestinidad en condiciones deplorables
y, encima, les hicieron sentir como apestadas.
 
Sangro por no estar nunca lo suficientemente preparada
como para aspirar a un sueldo decente
y por no ser nunca suficiente
como para que se me reconozcan mis méritos.

Sangro en la riqueza y en la pobreza, 
en la salud y en la enfermedad
hasta que la menopausia me libere de este tormento.

Y sangro, apoyada en la baranda de mi madurez,
soñando con un mundo más justo
en el que el control y la violencia
den paso a la compasión y a la sensibilidad.

domingo, 2 de marzo de 2025

CUÑAOS DEL SIGLO XXI




Les gusta reventar cráneos, pisar cabezas, que no vuelva a crecer la hierba por donde pisan. ¡Siiiuuu! Se pirran por las bombas y los misiles, los fusiles, los rifles, las metralletas. 
 
Tuvieron infancias idílicas, una madre amorosa y un padre ausente y severo, que le compraba coches teledirigidos y lo humillaba cada vez que perdía a las canicas.
 
Puede que, durante algún tiempo, se burlaran de él en el colegio, que el acné le impidiese mirar a una chica a los ojos o que un rechazo amoroso le hiciera odiarse hasta lo indecible.
 
Están por todas partes, hacen mucho ruido, les cuesta pasar desapercibidos y algunos dirigen países o multinacionales. Este espécimen necesita rodearse de palmeros y cuenta con una camarilla de aduladores, por quienes siente un indisimulado desprecio.
 
Los más peligrosos son los que no han dado un palo al agua, no tienen oficio, tampoco se han formado, ni tienen estudios. Su baja autoestima les lleva a revestir sus carencias y su ignorancia con una supremacía ilegítima, apropiándose de banderas, marcas, coches o insignias que les proporcionen una identidad que no tienen, así como estatus, relumbrón, prestigio. Abrazan ideales simplistas, a menudo conservadores, al tiempo que su mente, abotargada y oxidada, se cerrará en banda a los vientos de cambio. 
 
La amplitud de miras, de derechos y las reformas constitucionales no van con ellos. En cambio, se erigen nostálgicos de paradigmas trasnochados, en pro de la tradición, y hacen todo cuanto está en su mano por perpetuar guerras, conflictos armados e ideológicos y por confrontar a etnias, países, ciudadanos. Son acérrimos nacionalistas y entienden por amor a la patria, berrear en los encuentros deportivos o protagonizar un “¿a qué quieres que te gane?” con el cuñado o el vecino. Se sienten constantemente amenazados y necesitan siempre a un enemigo, a alguien a quien echar la culpa de sus errores. Si no lo tienen, se lo inventan.

Se sienten irremediablemente atraídos por lo conspiranoico (por inverosímil que sea), porque les ofrece patrones sencillos, que emborronan y cuestionan los grandes hitos de la ciencia y la cultura, que ellos fueron incapaces de asimilar.
 
Están profundamente resentidos y proyectan en otros sus propios complejos, así como sus carencias culturales, emocionales, espirituales y académicas. Practican la caridad, pero la de antes. Las colas del hambre, un mendigo harapiento o una gitana con romero les hará sentirse reconfortados. "Pobre diablo", musitarán aliviados, y sentirán un placer indecible al practicar esta caridad vertical, siempre y cuando sea de arriba a abajo. ¡Soy un puto donador, coño!
 
Son sumamente testarudos, por lo que se hace imposible razonar con ellos y preferirán creer mil veces una mentira, antes que reconocer un error, una falacia, un bulo o hacer una rectificación a tiempo (esto ha sido así de toda la vida / si no lo conozco, no existe / si no lo veo, no lo creo). Harán cualquier cosa, con tal de no moverse, ni un ápice, de su zona de confort, aunque esto conlleve no adaptarse a los tiempos, “que venga la montaña a Mahoma”, gritarán desde sus sillones de capitoné tapizados en piel. 

Y todo por miedo al esfuerzo, por miedo a aprender algo nuevo, por miedo a abrir la mente, por miedo a no salirse con la suya, por miedo a la incertidumbre, por miedo al fracaso, por miedo a ellos mismos, a no estar a la altura, miedo a defraudar y a defraudarse, miedo a no ser el mejor, miedo a ser el hazmereír, miedo a quedarse atrás, miedo a reconocer que otros son mejores, miedo al rechazo, miedo a no cumplir las expectativas, miedo a pedir perdón, miedo a equivocarse, miedo a mirarse al espejo, miedo al miedo y miedo a sentir tanto miedo que no puedan soportarlo.  Miedo a reconocer que el emperador va desnudo, miedo a reconocer la verdad, miedo a la humildad que en el fondo, es ignorancia, y miedo a la ignorancia que, en el fondo, es humildad. 

Miedo, en definitiva, a amar al otro, que pasa, primeramente, por amarse a uno mismo.

martes, 25 de febrero de 2025

COSAS QUE PIENSO MIENTRAS FRIEGO LOS PLATOS

 Hay que estar muy mal, para luego estar muy bien.



¿Te dan envidia las personas que lograron una estabilidad laboral muy pronto, con poco esfuerzo y gracias a la suerte? No hace falta que me respondas, conozco de antemano tu respuesta: Sí. ¿Pero cómo te quedarías si te digo que los realmente afortunados son quienes tardan mucho más en conseguirlo? 
 
El camino fácil es una trampa. Nos adormece, nos induce a vivir en modo zombi, entramos en sopor y hace que cualquier leve cambio o piedrecita en el camino nos moleste. Nos volvemos desagradecidos con la vida, ya que damos nuestra privilegiada situación por descontada. Ocurre una cosa muy curiosa y es que nuestro sistema de creencias se ve alterado, limitándonos la perspectiva, lo que nos hace ser menos empáticos. Porque, ¿quiénes creen férreamente en la meritocracia? ¿Quiénes dicen que si no eres rico, es porque eres un vago y no tienes iniciativa?: quienes se lo encontraron todo hecho, quienes no partieron de cero, quienes tuvieron suerte y apenas se esforzaron. 
 
Lo que sucede es que son víctimas de una disonancia cognitiva, que les lleva a pensar que son dignos merecedores/as de lo que tienen, y que lo que han conseguido se debe a sus propios méritos. Así, el que hereda un negocio familiar, inmuebles o un emporio, se vuelve víctima de esta falsa creencia y hace suyo el esfuerzo que no realizó (que probablemente es el de otro), con la connivencia de una sociedad capitalista y superficial, que juzga a las personas por lo que tienen y no por lo que han hecho para conseguirlo.
 
En cambio, es mucho más feliz quien logra llegar por sus propios méritos e incluso tardó demasiado tiempo en conseguirlo. ¿Por qué? Porque, antes, han estado abajo: han sabido lo que es trabajar gratis, hacer horas extras no retribuidas, tener unas condiciones laborales precarias, que no se les valore, etc.  Y cuando al fin llegan, no hay día en el que no se miren en el espejo y conversen con ‘el otro’, ese al que le faltó la fe tantas veces, el que lo intentó una y otra vez, fracasó y tuvo que reinventarse una y otra vez.

Es ese salto comparativo, ese diálogo con su yo del pasado lo que le empuja cada mañana a trabajar y a vivir con mucha más ilusión, a no bajar la guardia, a estar más vivo y activo, y a ver los reveses como suculentas oportunidades. Lo que le lleva a ser más empático, consciente y agradecido con la vida; en definitiva, más feliz.
 
Sin embargo, quien tuvo un camino fácil y se encontró todo hecho vive enfrascado en una somnolencia insoportable. Se frustra con facilidad porque no está acostumbrado a lidiar con los contratiempos, no dispone de herramientas, no ha cultivado la disciplina, no se ha preparado ni instruido lo suficiente porque pensaba que no le hacía falta. Tampoco ha aprendido a gestionar los fracasos, ni a poner foco, ni a redirigir su energía y cualquier minucia o revés lo estresa, lo frustra y lo paraliza. En definitiva, es mucho más infeliz, a pesar de su privilegiada posición.
 


sábado, 8 de febrero de 2025

BENDITA SANIDAD


Estamos acostumbrados a las salas de espera, a acudir a mostradores, a reclamar pruebas, citas, analíticas. Estás en una lista interminable y sabes que ese juanete o esa hernia va a seguir estando ahí el año que viene. El que puede, se hace un seguro privado, por si las moscas.

Decimos lo de siempre, que la Seguridad Social está fatal, que es una mierda. Expresiones prestadas que repetimos una y otra vez, y le echamos la bulla a la chica del mostrador de turno o al Gobierno.
Una Sanidad Pública que damos por descontada porque siempre estuvo ahí, con sus momentos mejores (suministrando recetas a toda la familia) y peores, pero siempre ahí.
El desconocimiento nos lleva a una profunda falta de consciencia. Conseguir el Estado de bienestar, con la cobertura actual que disfrutamos, no ha sido fácil; es más, no todos los países la tienen. Véase el ejemplo de EEUU: ¿Sabes que en el país del tío Sam “cerca de 45.000 personas mueren cada año debido a la falta de un seguro de salud y de una buena atención médica?" (BBC News mundo). ¿Sabes que en Estados Unidos, “el 25% de la población pospone la visita al médico porque no pueden pagar el coste astronómico de la atención sanitaria?" (elDiario.es en colaboración con TheGuardian) Y que “el 42.4% de los pacientes con cáncer se gasta los ahorros de su vida?"(Estudio publicado en The American Journal of Medicine).
¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida sin una Sanidad Pública?
1. ¿Tu situación laboral es inestable?
2. ¿Eres mileurista?
3. ¿Eres más viejo que un nudo y te siguen ayudando tus padres económicamente?
Si tu respuesta a todas estas preguntas es afirmativa, reza. Reza para que no te salga un cáncer. Reza para que tu hijo/hija no nazca con una enfermedad rara o con una salud precaria. Reza para que tus ancianos padres no pillen un Covid o cualquier enfermedad que los haga tambalearse, porque lo que os van a decir es “se iban a morir igual” (Isabel Díaz Ayuso). Porque LO ÚNICO QUE VAN A MIRAR ES TU TARJETA DE CRÉDITO.

martes, 28 de enero de 2025

BENDITA SANIDAD PÚBLICA

 

Estamos acostumbrados a las salas de espera, a acudir a mostradores, a reclamar pruebas, citas, analíticas. Estás en una lista interminable y sabes que ese juanete o esa hernia va a seguir estando ahí el año que viene. El que puede, se hace un seguro privado, por si las moscas.

Decimos lo de siempre, que la Seguridad Social está fatal, que es una mierda. Expresiones prestadas que repetimos una y otra vez, y le echamos la bulla a la chica del mostrador de turno o al Gobierno.
Una Sanidad Pública que damos por descontada porque siempre estuvo ahí, con sus momentos mejores (suministrando recetas a toda la familia) y peores, pero siempre ahí.
El desconocimiento nos lleva a una profunda falta de consciencia. Conseguir el Estado de bienestar, con la cobertura actual que disfrutamos, no ha sido fácil; es más, no todos los países la tienen. Véase el ejemplo de EEUU: ¿Sabes que en el país del tío Sam “cerca de 45.000 personas mueren cada año debido a la falta de un seguro de salud y de una buena atención médica?" (BBC News mundo). ¿Sabes que en Estados Unidos, “el 25% de la población pospone la visita al médico porque no pueden pagar el coste astronómico de la atención sanitaria?" (elDiario.es en colaboración con TheGuardian) Y que “el 42.4% de los pacientes con cáncer se gasta los ahorros de su vida?"(Estudio publicado en The American Journal of Medicine).
¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida sin una Sanidad Pública?
1. ¿Tu situación laboral es inestable?
2. ¿Eres mileurista?
3. ¿Eres más viejo que un nudo y te siguen ayudando tus padres económicamente?
Si tu respuesta a todas estas preguntas es afirmativa, reza. Reza para que no te salga un cáncer. Reza para que tu hijo/hija no nazca con una enfermedad rara o con una salud precaria. Reza para que tus ancianos padres no pillen un Covid o cualquier enfermedad que los haga tambalearse, porque lo que os van a decir es “se iban a morir igual” (Isabel Díaz Ayuso). Porque LO ÚNICO QUE VAN A MIRAR ES TU TARJETA DE CRÉDITO.

NO-REALIDAD

La realidad es atravesada cada día   por un tren de indiferencia  y una cascada incesante  de anuncios publicitarios.  La realidad ya no es ...