—¡Cuánto tiempo! Parece que fue ayer cuando nos graduamos. Mira, mis compañeros de 4º de ESO en la fiesta de graduación.
—¿Dónde estás, no te veo?
—¿Cómo que no me ves? Soy ése, el que tiene la pajarita roja.
—Pues sí que estás cambiado, ahí tienes pelo y no tienes barriga.
—Sí, quién me iba a decir que ese mismo verano empezaría a tener entradas y que las pizzas del Caymar me empezarían a pasar factura.
—¿Has vuelto a ver a algunos de tus compañeros?
—¿Los de 4º de ESO? Qué va. No tengo ni idea de por dónde andan. Fíjate, éramos unos críos, rebosábamos ilusión, teníamos la vida por delante. Aunque no te lo creas, no he vuelto a vivir nada igual al Instituto. Tengo una dilatada carrera y he vivido muchas experiencias, pero el Instituto, eso es otra cosa. Allí no podía elegir, tenía las asignaturas que tenía y no las podía cambiar. Si el profe no me gustaba, me tenía que aguantar y si no me caía bien algún compañero, también. Los deberes y las clases a última hora eran un auténtico coñazo… Pero, ¿sabes una cosa? Todo eso me vino muy bien. No cambiaría ni un ápice de aquello porque gracias a las reprimendas, a los madrugones, a algún que otro parte y a todas aquellas restricciones, soy hoy el hombre que soy. De no haber tenido aquel entrenamiento y de no haber adquirido una base académica y cierta disciplina, no me habría convertido en el empresario de éxito que soy hoy.
—¿Oye, y no te gustaría saber qué ha sido de tus compañeros y compañeras?
—Me encantaría.
—Pues le pregunto ahora mismo a mi asistente de IA. Surimi, averigua cuál es la profesión de cada una de las personas que aparecen en la foto y añádeles una imagen actual.
—¿Tu asistente es capaz de hacer eso?
—Pues claro. (…) Oye, no está nada mal lo que veo… Una tal A.C. es embajadora y una tal I.M., científica. Y a ver, qué más vemos por aquí… Qué ven mis ojos, el famoso actor y humorista P.C. estaba en tu clase y no me lo habías dicho.
—¿Te estás quedando conmigo?
—Toma, compruébalo tú mismo.
—P.C. Pero si a mi mujer le encanta, fuimos a verlo a Madrid y las entradas nos costaron un ojo de la cara.
—Mira, también hay una escritora y un ingeniero aeronáutico.
—A ver quiénes son… No me lo puedo creer, pero si este tipo estaba empanao de la vida.
—Mira, y una diplomática que responde a las iniciales de W.M.
—A ver si tu asistente de IA nos está tomando el pelo.
—¿Qué? ¿Es que no te alegras de que tus compañeros de instituto hayan llegado lejos?
—No, no es que no me alegre, es que ahora me parecen otras personas.
—Si te vieran a ti, pensarían lo mismo.
—Tienes toda la razón, quién diría que un tarugo como yo se haría un hombre de provecho.
—¡Calla, calla, que te va a dar un parraque cuando veas esto! ¿No reconoces a esta compañera?
—A ver, me suena la cara… pero no me acuerdo de cómo se llamaba...
—Pues mira la foto actual.
—¡Pero qué dices! ¿N.K., la Presidenta del Gobierno? No me lo puedo creer, es imposible, pero si en clase ni hablaba.
—Pues ahora nos gobierna a todos y a todas. Mira, esta semana se reúne con la Presidenta de Rusia y la semana que viene asistirá a la Cumbre del G20 para aprobar la Agenda 3000, tras el éxito de la anterior. Pero qué te pasa, ¿estás llorando?
—Sí, de alegría. Me estoy acordando de todos aquellos docentes que se partieron el lomo por darnos una educación: de Lourdes, de Miguel Ángel, de Jose, de Sergio, de Nieves, de Rafael, de Brenda, de Pablo, de Rocío, de Ginés, de Cristian, de Ana, de Toñi, de Beatriz, de Antonio, de Susana, de Inma, de Joaquina, de Natalia, de Rosa, de Pedro, de Leonor… Siempre creyeron en nosotros, ahora lo sé.
—¿Pero qué haces? ¿A dónde vas…???
—A la calle, a defender la Enseñanza Pública!!!
